Desde Galicia
La idea de ir a Lloret hará un par de años que surgió, pero unas u otras causas la hacían poco viable. Afortunadamente este año si que pudo ser, conseguí alojamiento y un guía más que experimentado que nos hizo vivir una Costa Brava en primera persona como nunca hubiera soñado. Gracias por todo Jordi.
Así pues en septiembre de este año el billete de avión se compró, para dos personas, a Barcelona ida y vuelta desde Vigo. La suerte estaba echada. Ya sólo faltaba dejar que el tiempo transcurriera…. Y transcurrió.
El jueves 4 de noviembre a las 10 de la noche la cuenta atrás comenzó. Subimos al avión y hora y veinte minutos después tomábamos tierra en el Prat. Ahí estaba ya nuestro guía para recogernos, junto a el otro conocido más venido desde Asturias. Nuestro destino….. Lloret.
Llegamos casi a las dos de la madrugada, tomamos contacto con el apartamento que sería nuestra base y rápidamente nos fuimos al parque cerrado, que aunque aún huérfano del grueso de vehículos inscritos, disponía ya de bastantes joyas dignas de admirar, Escorts, Porsches en número astronómico, Lancias, Opel, etc.. En estas estábamos cuando nos encontramos a uno de los pilotos participantes, conocido de nuestro guía y posiblemente de todos los aficionados y pilotos que seguís las Rally Classics Series, no daré nombres porque ignoro si le gustará que se hable de él, por tanto lo dejaremos así. Lo que si es cierto es que se mostró como un excelente narrador y ante una ronda de cervezas a las que el insistió en invitarnos, increíbles historias y anécdotas salieron de su boca para nuestro deleite, acabábamos de llegar y la cosa prometía ya antes de empezar.
Tras unas escasas 4 horas de sueño nos levantamos y pusimos rumbo al tramo fijado por la organización para llevar a cabo el Shakedown. Llegamos con suficiente antelación y tras caminar unos centenares de metros decidimos quedarnos en una paella a derechas en bajada. Sabia elección, pues allí los escasos 10 pilotos que eligieron hacer el tramo nos dejaron un gran sabor de boca, dos 037, un MkII, un MkI, un 131 Abarth un par de Porsches y el plato fuerte de este rallye, monsieur Ragnotti a los mandos de su Alpine Renault…. De ensueño, en ese momento fui plenamente consciente de que el viaje, el gasto y el cansancio estaban perfectamente justificados.
Tras el Shakedown, siguiente objetivo, la exhibición del maestro entre maestros del derrapaje y el control y la espectacularidad unidos a la eficacia… Jeannot, quien para la ocasión emplearía una de esas máquinas que un amante de los rallyes de antes jamás podría rechazar ver, un Renault 5 Maxiturbo… 450 cv. domados al antojo de un malabarista… de nuevo momento irrepetible e inolvidable que por siempre permanecerá en mi memoria… sonido …BRUTAL!!! Dominio de la bestia… ABSOLUTO!!! De nuevo una oleada de satisfacción me recorrió de arriba abajo… no me estaba equivocando, todo estaba justificado por ver aquello.
Tras este momento y al dirigirnos de nuevo hacia Lloret para ver un poco el ambiente por el parque cerrado, el piloto con el que tuvimos el placer de charlar el jueves por la noche se ofreció a bajarme en su coche de correr, hasta mi destino… dicho y hecho, ajuste de arneses y una nueva sobredosis de emociones, si bien la velocidad siempre fue acorde al código de circulación, las sensaciones en estos coches aún en parado y con el motor al ralentí siempre son desbordantes… al fin llegamos a Lloret y allí estuve charlando con él y luego con su mecánico hasta que me reencontré con mi grupo y nos fuimos a comer con otro equipo inscrito en el rally y una o dos personas más. Decir que la comida fue agradable es quedarse corto, cuando te gustan los rallyes, cuando a los que están contigo les gustan los rallyes y cuando uno se sienta ante una buena mesa y las palabras empiezan a fluir… ¿de que se va a hablar si no? DE RALLYES!!! Evidentemente.
Tras la comida un paseo por el parque cerrado de nuevo donde disparamos docenas de fotos, donde perseguimos pilotos conocidos por todos a fin de que nos firmaran autógrafos, imperdonable tenerlos al lado y dejar pasar la oportunidad ¿verdad?
Finalmente se acercaba la hora de la verdad… los tramos de correr, la noche…. ¿Cuanto tiempo hacía que no veían mis ojos correr de noche 037, 911, Escorts, Kadetts, Alpines, etc…? Mucho, desde luego, pero eso estaba a punto de cambiar… Carretera y camino de Cladells, empezaba la verdadera esencia de este deporte, la lucha contra el crono. Por el camino se nos unió otro conocido llegado desde Madrid. Llegamos con poca luz y enseguida arreamos a pie por el tramo para llegar a una buena curva donde disfrutar del espectáculo. Y encontramos esa curva, y en ella nos establecimos. Allí mismo coincidimos de nuevo con dos conocidos más llegados desde Cantabria… más vicio tiene este deporte que cualquier otro, te pica una vez y estás arreglado, no te sacas el veneno jamás. Allí formamos un buen grupo, todos con un mismo objetivo: DISFRUTAR.
Y la fiesta empezó… Serpaggi oficiando de cero con el Tour de Corse… y luego todo lo que estaba por venir. Oír bramar a lo lejos aquella sinfonía metálica, proyectando su sombra la vegetación que flanquea la carretera al ser iluminada por los haces de luz es algo que aun habiéndolo experimentado hace muchos años, el revivirlo de nuevo sigue erizándole a uno los pelos de la nuca. El discurrir de coches nos mantenía atentos y el frío que empezaba a caer no hacía mella en nosotros, nada importa sólo el rallye. Al terminar la pasada, de nuevo a los coches dirección Collsaplana y su famosa zona de La Cantina. Al llegar aún pudimos ver a los últimos coches de la primera pasada rematar su recorrido. Poco después comenzaba de nuevo la fiesta. Ya pasaba de nuevo el “culogordo” y tras el sucesivamente los 037, Porsches, Quattro, Lancer, Alpine, etc… de nuevo inmersos en la noche, con mucho más ambiente de público que en el anterior tramo, y de nuevo las sensaciones que se agolpan y el frío que no se siente. Y como todo en esta vida llega el final del tramo y la vuelta a Lloret, cansados, con sueño, pero emocionados y felices y sobre todo ilusionados porque aún queda otro día completo de carreras…
El viernes por la mañana de nuevo a los coches, primer destino el tramo de Tossa – St Feliu. Elegimos una curva muy amplia y larga a derecha en ligera subida, el firme muy bueno, las vistas espectaculares. De nuevo los protagonistas de la noche anterior se nos iban a mostrar, pero esta vez con luz de día. Y aparecieron con el Tour de Corse a la cabeza abriendo la comitiva, seguido del Audi de Molina. A continuación los que se disputaban la victoria…. No me quiero alargar demasiado contando quien o con que coche pasó mejor o peor, eso no importa, yo he venido aquí a ver pasar joyas a buen ritmo, y cumplieron con creces. Tras pasar los 25 o 30 primeros coches optamos por volver a nuestros vehículos para llegar con tiempo a nuestro destino final del rallye, el circuito de Sils.
Si a lo largo del rallye el grado de satisfacción hasta ese momento había sido alto, en Sils el listón se puso mucho más arriba. Fue simplemente grandioso. Disfrutamos de lo lindo. Constantemente viendo pasar coches, espectáculo del bueno, generosidad al volante por parte de bastantes pilotos, cruzadas a golpe de gas, otros buscando la trazada idónea del sinuoso circuito pero siempre con intensidad y deleitando a los allí presentes…
Tras la primera pasada, a comer. El pequeño bar restaurante del circuito nos vino a la mil maravillas a los 10 aficionados que conformábamos el grupo para poder comer allí mismo. Fotos de todo el grupo para el recuerdo y de nuevo a la pista, esta vez en una elevación que nos daba una buena panorámica del circuito. Debido a la hora de comienzo de la segunda pasada comenzamos la misma con luz de atardecer y la rematamos ya de noche y otra vez los diferentes participantes que quedaban en carrera nos hicieron disfrutar a todos los presentes, otra vez las luces se encendieron y los haces cortaron la oscuridad… y los motores calentando la fría noche, como tratando de ayudar a subir un poco la temperatura que caía por momentos.
Finalmente todo lo bueno tiene un remate, y para nosotros la 58 edición del Rallye Costa Brava llegaba a término. Regresamos a Lloret para poder lanzar una última mirada a ese fantástico parque cerrado lleno de máquinas de competición de las buenas, de las que te hacen soñar. Allí nos reunimos todo el grupo y oficialmente clausuramos “nuestro” rallye particular cenando en un restaurante de Lloret con la promesa de repetir otra vez.
Creo que todo el mundo tiene derecho a evadirse, a perderse, a desconectar… algunos viajan a paraísos lejanos, otros se relajan en un balneario, otros se dan a la gastronomía o a la inmersión en la naturaleza más salvaje y exótica, todo puede valer. En mi caso ya sé donde desconectar y evadirme, ¿alguien se lo imagina?
De un aficionado gallego que añora mucho aquellos maravillosos años y cree firmemente que en Lloret está la llave para recuperar aquella época.